Y si no, da igual.

Tiene mucho tiempo que no te escribo, quizá sea por la falta de argumentos o quizá simplemente sea una curvatura del tiempo que lo impide. A decir verdad, cuando inicié esta carta no tenía ni idea que decirte y sigo sin tenerla. No me preocupa mucho, porque siempre sé que decir, o al menos esa impresión me tengo y si no, da igual.

Quisiera hablarte de como es aquí, pero ya lo he hecho alguna vez, y tienes razón, son oficinas horrendas y frías, incluso he llegado a pensar que hace no mucho tiempo eran mazmorras dónde encerraban a los incautos o quizá a gigantes que habitaron durante el oscurantismo. Sigo sin saber que decirte, y veo lejano que algo se me ocurra, y si no, da igual.

Quizá sea ésta mi renuncia al raciocinio de los sentimientos, y por vez primera pueda dejarlos ir hacia dónde ellos decidan, pueden naufragar o llegar a buen puerto, eso el tiempo ya lo decidirá. Quizá esto signifique una acción que jamás se me hubiera ocurrido en otras condiciones ni en lo más profundo de los oníricos versos que pudiera escribir antes; y si no, da igual.

Te quisiera sugerir que para leer este escrito no lo hagas con lógica en mano, ya que hallaras párrafos insípidos y en algunos momentos incongruentes, pero así son los sentimientos ¿qué no?. Y si no, da igual.

Seguramente para cuando hayas leído esta carta vendrás de estar conmigo, como comúnmente hacemos, pero no te aflijas por la palabra común. Común es una de mis palabras favoritas, porque a los hombres, y a cualquier objeto que esta canallada de palabra toca, roba toda esencia de unidad irrepetible, siendo "uno más", desterrandolo a la tierra de los prescindibles . No soy fiel seguidor de regalar flores, pero en vez de eso, te regalo mis letras, mis oraciones y mis espacios en blanco, no teniendo hasta el momento algo mejor que otorgarte. Perdonarme por eso, y si no, da igual.

Firmo yo, aquél que en sus noches te extraña, y en sus días te evoca.



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