Ensayistas, una constante de cambio

Las voces de los ensayistas solo deben ser oídas cuando tienen algo que decir, una frescura que cubra ese prisma de puntos de vista y entreguen al lector otra perspectiva. En  los periódicos leo los temas vigentes y que aún siguen siendo las mismas posiciones, repitiendo por docenas el debería, propio del subjuntivo. Cuando un ensayo radica en los supuestos e idóneos, como si los aludidos de pronto despertaran en conciencia, se vuelven infértiles para el terreno de las nuevas ideas, y mucho peor, se desgastan con el paso de los días. 

¿Qué otras maneras tienen las plumas para sumar a una tragedia y encausarlas todos los días? No puedo responder esa pregunta sin que me equivoque, puesto que las plumas solo funcionan cuando el lector está dispuesto a situarse en el mismo escritorio que el autor. El solo hecho de tomarse los minutos necesarios para leerlos, es una intención de comprender al otro. Pero, los cuadros de más abajo, embrutecidos por ingentes jornadas de trabajo y salarios exiguos, no tienen esa "virtud" ¿Cómo llegar hasta ellos? 

Este periodo es el idóneo para la cobranza o compra de favores, los columnistas suaves aprovechan para engrosar sus arcas, perdiendo en muchos casos el vestigio de la verdad. El arribismo existe desde hace mucho tiempo, es bien sabido que disfrazan de verdad lo que a todas luces es mentira, o la verdad es puesta en superlativo, no dejando espacio para los defectos o detalles. 


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