Prueba de fuego.

 Te mando mi relato. Espero no te moleste en absoluto y me ayudes a de una vez por todas a decidir mi futuro. Quiero decir, si sigo conduciendo un taxi hasta que los huesos no puedan más o me lanzo a la búsqueda salvaje del oficio de escribir. Quiero aclararte que no soy escritor y tampoco un taxista fácil, que mi producción literaria no va más allá de un par de pintas en los baños públicos del lugar donde suelo comer y una servilleta que perdí con un pasajero que amagaba las vestiduras de los asientos. Ya sé qué también sabes, que la literatura que más vale es la que se va y que no deja testigos y por eso no me recriminarás haberla entregado como mártir a las nauseas de otro.


Como decía y sin extenderme más de los 240 caracteres, ojalá puedas ver los resabios de Bolaño que impregnan cada acento y cada coma, porque lo que es seguro, es que en las palabras no estará.

Nota: Disculpame por someterte a lectura tan insípida, y es que no conozco a otro escritor que use twitter y que también me siga. Si somos razonables, compartimos por mitad la responsabilidad de todo esto.

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