No sé porque al final de cada año me da la nostalgia de escribir algunos eventos fundamentales. Sí, soy humano y como tal tiendo a extrañar las cosas, en mayor o menor medida, pero lo hago. A los objetos tangibles no les pongo aniversarios, pero sí lo hago con los hechos que forjan una nueva visión o quizá un recuerdo, por amargo o dulce que sepa, me hace paladear como si fuera el momento aquel. Sigo en la cuenta de aquel 17 de enero, si bien no fue un parteaguas en mi vida, es algo que aún no le hallo explicación; una explicación convincente para mis adentros ni mucho menos para mi lado racional. No me es posible sacar ese día de mi mente, como yo lo deseo, sin embargo, la distancia de los hechos y mi frecuente intento de olvidarlo comienza a dar frutos. La situación en el país, lejos de ir mejorando, caé en picada, como si de un avión sin alas se tratase. El crimen organizado avanza a pasos agigantados, la impunidad se hace evidente día con día, por si eso fuera poco, la crisis del...
Un lugar para disfrutar de las incongruencias de las ideas