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Mostrando entradas de enero, 2015

Ensayistas, una constante de cambio

Las voces de los ensayistas solo deben ser oídas cuando tienen algo que decir, una frescura que cubra ese prisma de puntos de vista y entreguen al lector otra perspectiva. En  los periódicos leo los temas vigentes y que aún siguen siendo las mismas posiciones, repitiendo por docenas el debería , propio del subjuntivo. Cuando un ensayo radica en los supuestos e idóneos, como si los aludidos de pronto despertaran en conciencia, se vuelven infértiles para el terreno de las nuevas ideas, y mucho peor, se desgastan con el paso de los días.  ¿Qué otras maneras tienen las plumas para sumar a una tragedia y encausarlas todos los días? No puedo responder esa pregunta sin que me equivoque, puesto que las plumas solo funcionan cuando el lector está dispuesto a situarse en el mismo escritorio que el autor. El solo hecho de tomarse los minutos necesarios para leerlos, es una intención de comprender al otro. Pero, los cuadros de más abajo, embrutecidos por ingentes jornadas de trabajo ...

Dormir en tus ojos.

Hace unas semanas, aprovechando el natalicio 2014 de Jesús, te escribí el primer esbozo de lo que veía venir. No fue solo una pobre definición del arte, fue entregarte la tinta de mis letras, tinta que he forjado durante años esperando un día obsequiarlas. Vertí algunos garabatos sobre el papel con la seria intención de robarte una sonrisa. Este escrito, como ya adivinaste, acude a muchas licencias narrativas, y que no pueden ser entendidas en su estricto sentido, por ello, pido disculpas, es la única manera que conozco al escribir. No es una declaración de amor, por el simple hecho que son aburridas las  historias donde el bombear sangre y enamorarse parece ser una misma cosa. Algunas personas prefieren ser poco más materiales, regalan guayabas o chocolates para tener esa "atención"; yo te regalé un poema (robado, pero al final lo necesito mucho más que el poeta). Quiero que un día si encuentras de nuevo este incipiente escrito, recuerdes el presente, que para entonces ...