Ensayo sobre el Neozapatismo

De palabras ardientes y sueños rebeldes: la insurrección indígena



Por Luis Martínez Andrade[1]



El 1 de enero de 1994, en el sureste mexicano, un grupo de indígenas –de rostro cubierto con pasamontañas y fusiles rústicos en mano– desafiaba al gobierno y al ejército de México. Sus demandas eran: tierra, trabajo, techo, alimentación, salud, educación, libertad, independencia, democracia y justicia paras las 56 etnias de la república. La noticia de un levantamiento popular en el rincón más pobre del país caía como un balde de agua fría tanto en la clase política como en las élites empresariales, pues por aquellos días, la nota que acaparaba los titulares de los principales medios era la tan mentada entrada de México en “la modernidad” a través de la firma del Tratado de Libre Comercio. Además de expresar una relación asimétrica entre dos de los países que forman parte del G-8 y su homólogo mexicano, dicho tratado tenía como objetivo la consolidación del modelo neoliberal. Por ello, el movimiento neo-zapatista irrumpía en la escena política para denunciar el nefasto y abyecto teatro preparado por el entonces presidente: Carlos Salinas (Partido Revolucionario Institucional).

Durante una larga entrevista, posteriormente publicada con el título Marcos: El señor de los espejos, el sub-comandante insurgente Marcos explicaba que: “Nosotros (los zapatistas), lo que queríamos demostrar era que el ingreso de México en el primer mundo se estaba construyendo sobre una mentira. No sólo una mentira para los indígenas, como lo demostró la crisis de 1994-1995, también para las clases medias y para las clases trabajadores como se les decía antes. Incluso, para una porción importante del sector empresarial. Nuestro planteamiento tiene la fortuna de coincidir con la ruptura de la simulación, nosotros decimos que esa escenografía que había montado, empezó también a operar, o está operando ya en otros países que están sacrificando parte importante de su historia y de un sector social”[2].

En un principio, el gobierno intentó desvirtuar no sólo el contenido del levantamiento indígena sino, además, con un lacerante desprecio por el mundo indígena no reparó en sostener que el alzamiento era manipulado por grupos extranjeros. Incluso el Premio Nobel de Literatura, Octavio Paz –como la gran mayoría de los miembros del establishment cultural de país, acostumbrados a las prebendas, canonjías y reconocimientos con los que suelen ser maiceados[3] por los que mandan mandando– sugería que el levantamiento respondía a intereses externos que querían sumergir al país en una espiral de violencia.

Desde sus primeros comunicados el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) retuvo la atención no sólo por ser un grupo que planteaba la revolución en una época de “democratización” liberal y de la desintegración de la Unión Soviética sino por los recursos retóricos que incorporaba en su discurso[4]. Este grupo de “trasnochados” parecía que había llegado tarde al debate político nacional y, por consecuencia, no comprendía el espíritu de los nuevos tiempos.

Ironía de la historia, esta guerrilla brotaba en un momento donde se pregonaba el fin de la lucha armada en América Latina[5], como lo había diagnostico Jorge Castañeda, sociólogo mexicano quien colaboró como Secretario de Relaciones Exteriores durante el gobierno de Vicente Fox (del Partido Acción Nacional).



Irrupción profética y esperanzas intergalácticas



La “Iglesia de los pobres”, como expresión de un Cristianismo de Liberación, ha acompañado a los movimientos de resistencia en América Latina. El papel de algunos miembros del clero, desde la lucha contra el poder colonial Español hasta la heroica rebeldía contra el neoliberalismo colonial del siglo XXI, pasando por las luchas por la Independencia en el siglo XIX y por las de la liberación durante el siglo XX, forma parte de la memoria de los movimientos emancipatorios latinoamericanos. Con el antecedente de Vaticano II, el núcleo profético y subversivo del Cristianismo de Liberación recobró fuerza. Las secuelas del trabajo realizado por las Comunidades Eclesiales de Base y de las redes de base tuvieron un fuerte impacto en la formación y conformación del movimiento zapatista. Con ayuda de sus representaciones, mitos mesiánicos, estrategias utópicas y tradicionales, los movimientos sociales tienen la posibilidad de crear y proponer proyectos alternativos al poder.

Desde su irrupción, el movimiento neo-zapatista mostró originalidad y globalidad. Una fecha significativa que da cuenta de ello es el 27 de julio de 1996, donde la indígena mayor Ana María, en su discurso inaugural para el Primer Encuentro Intercontinental por la Humanidad y contra el Neoliberalismo, identificaba dos globalizaciones. Por un lado, la del capitalismo neoliberal (de cuño colonialista) que mercantiliza todos los aspectos de la sociedad, que homogeniza a las personas y que cosifica a la naturaleza y, por el otro lado, una mundialización de la resistencia, de la lucha y de la rebeldía protagonizada por pueblos, organizaciones e individuos que intentan construir puentes para un diálogo simétrico e incluyente. En igualdad enunciativa pero respetando las diferencias. En ese sentido, Marcos mencionaba que: “el movimiento indígena zapatista es un símbolo que se resiste a ser sacrificado dentro de un mundo de estándares. Todas las diferencias o se incorporan dejando de ser diferencias o se eliminan. En este caso, el movimiento indígena se resiste a esto y plantea ese reto. De ahí que provoque simpatía en sectores inicialmente tan lejanos al mundo indígena como los jóvenes, los anarquistas, los emigrantes, los desplazados de la Tierra, en Europa, en Estados Unidos y en México (…) Estamos planteando una sociedad donde nosotros tengamos un lugar sin que eso signifique que vamos a homogeneizar esa sociedad. No estamos planteando que todos deben ser indígenas y que todo el que no sea indígena tenga que desaparecer”[6].

La carta con la que la Comandancia daba la bienvenida a los participantes del Encuentro Intercontinental de 1996 cerraba con la siguiente leyenda: Planeta-Tierra. No es fortuito que, incluso, Naomi Klein reconozca la importancia de este Meeting como antecedente fundamental para la constitución del movimiento alter-mundialista y la puesta en marcha del Foro Social Mundial en 2001[7].

Por otra parte, el discurso ético-político neozapatista es innovador en el registro lingüístico de la jerga política pues destierra los lugares comunes. La importancia de la palabra en la lucha nos remite a la recuperación de la memoria y, además, la carga simbólica de la no-contemporaneidad de lo contemporáneo. Por ejemplo, el “mandar obedeciendo” no es sólo una práctica de resistencia, alimentada de la tradición de las comunidades indígenas, que “remite a una mezcla de contenidos temporales, de futuro y pasado, de aurora y ocaso o de ocaso y aurora sociales” sino que además es una fusión entre política y ética que confronta a la filosofía política burguesa. En otra entrevista, concedida al sociólogo francés Yvon Le Bot, Marcos refrenda que: “para los zapatistas, los valores éticos son una referencia fundamental que cuenta más que la realpolitik. Las decisiones de los zapatistas suelen soslayar la realpolitik, porque los zapatistas otorgan más valor a las implicaciones morales”[8].

El elemento ético es axial en el discurso y en la práctica zapatista. Vale la pena recordar, el famoso episodio cuando el EZLN capturó al general Absalón Castellanos Domínguez (militar y gobernador del estado de Chiapas de 1982 a 1988 por el PRI) en su finca “El Momón” y, después de un juicio popular –con tribunal militar zapatista–, no fue condenado al patíbulo sino “a vivir hasta el último de sus días con la pena y la vergüenza de haber recibido el perdón y la bondad de aquellos a quienes tanto tiempo humilló, secuestró, despojó, robó y asesinó”[9]. Esta manera de concebir la justicia muestra la probidad y la estatura moral del movimiento zapatista y lo distingue de otro tipo de movimientos sociales[10]. La violencia divina –en términos de Walter Benjamin– del movimiento zapatista es aún más violenta y más radical que la de muchos grupos terroristas o fundamentalistas. Es la violencia divina que confronta a la violencia estructural.





La guerra de baja intensidad: la matanza de Acteal



Walter Benjamin escribió en la sexta de sus Tesis sobre la filosofía de la Historia que: “Articular históricamente el pasado no significa conocerlo ‘como verdaderamente ha sido’. Significa adueñarse de un recuerdo tal como éste relampaguea en un instante de peligro…Sólo tiene derecho a encender en el pasado la chispa de la esperanza aquel historiador traspasado por la idea de que ni siquiera los muertos estarán a salvo del enemigo, si éste vence. Y este enemigo no ha dejado de vencer”.

Después de una importante movilización nacional, el gobierno y los zapatistas aceptan un “alto al fuego” y entablan las Conversaciones de Paz, también conocidas como El diálogo de la Catedral, pues se celebró en la catedral de San Cristóbal de las Casas teniendo como mediador al Obispo Samuel Ruiz[11]. En una carta con fecha del 16 de febrero de 1994, el Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia General del EZLN sostenía que: “La palabra de verdad que viene desde lo más hondo de nuestra historia, de nuestro dolor, de los muertos que con nosotros viven, luchará con dignidad en los labios de nuestros jefes. La boca de nuestros fusiles callará para que nuestra verdad hable con palabras para todos, los que con honor pelean, no habrá mentira en el corazón de nosotros los hombres verdaderos. En nuestra voz irá la voz de los más, de los que nada tienen, de los condenados al silencio y la ignorancia, de los arrojados de su tierra y su historia para la soberanía de los poderosos, de todos los hombres y mujeres buenos que caminan estos mundos de dolor y rabia, de los niños y los ancianos muertos de soledad y abandono, de las mujeres humilladas, de los hombres pequeños. Por nuestra voz hablarán los muertos, tan solos y olvidados, tan muertos y sin embargo tan vivos en nuestra voz y en nuestros pasos”.

En junio de 1994, el EZLN lanza la Segunda Declaración de la Selva Lacandona para exhortar a la sociedad civil a formar una Convención Nacional Democrática y donde se lee que: “son necesarias todas las formas de lucha para lograr el tránsito a la democracia en México”. Paralelamente a los diálogos de Paz, el gobierno mexicano –en sus tres niveles– desplegó una estrategia de contra-insurgencia en todo el estado de Chiapas, enviando al ejército a hostigar a las comunidades en rebeldía. A finales de 1994, se publica la Tercera Declaración de la Selva Lacandona donde el EZLN apela a “la lucha por la justicia, la democracia, y la libertad; por todos los medios, en todos los niveles y en todas partes”. Esta Tercera Declaración tiene como contexto la crisis económica que condenó a millones de mexicanos a la pobreza y obligó a una gran mayoría a emigrar a los Estados Unidos. Además, en diciembre, los zapatistas logran romper el cerco militar en 38 municipios del estado de Chiapas.

El 1 de enero de 1996, se publica la Cuarta Declaración de la Selva Lacandona donde se anuncia la creación de un Frente Zapatista de Liberación Nacional (FZLN). En palabras del Sub-comandante Marcos: “La democracia en un país democrático no se limita a tener elecciones democráticas. Tiene que ver con algo más profundo que es la relación entre gobernantes y gobernados… El desafío más grande del zapatismo es proclamar que es posible hacer política sin plantearse la toma de poder. Nosotros decimos que sí. Y apostamos: qué tipo de política se va a producir sino está el referente de la toma del poder, qué es el referente electoral, el referente de los partidos políticos. Nosotros podemos construir una formación política sin plantearnos la toma del poder. Sí, decimos. Esta fue la propuesta de la Cuarta Declaración de la selva Lacandona y dice ‘queremos una nueva forma de hacer política, creemos una nueva organización política’. Para que se concrete es preciso seguir un proceso”[12].

Advertimos que en el lapso de un año se publican cuatro Declaraciones de la selva Lacandona. Durante 12 meses los zapatistas no sólo tienen que replantearse sus estrategias y su posicionamiento en el ajedrez político sino que además deben hacer frente a la “guerra de baja intensidad” planteada por el gobierno mexicano. Uno de los episodios más ominosos de esta “guerra de baja intensidad” fue la matanza en la comunidad de Acteal, donde el 22 de diciembre de 1997, fueron asesinados 45 indígenas tzotziles entre los que se encontraban niños y mujeres embarazadas. El gobierno de Felipe Calderón (2006-2012) y la mayor parte de la clase política en México no sólo mantuvo en la impunidad a los autores intelectuales que orquestaron dicha acción como al entonces mandatario Ernesto Zedillo –actual asesor de diferentes empresas privadas norteamericanas– sino que, además, el pasado 12 de agosto de 2009 la Suprema Corte de Justicia de la Nación, bajo el argumento de que la Procuraduría General de la República había fabricado las evidencias, ordenó la liberación de alrededor de 20 indígenas que habían sido detenidos y culpados por dicha matanza. Posteriormente, el 4 de noviembre, fueron liberados 9 paramilitares más.

Cabe hacer mención de que el 21 de abril de 2009, el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas y la organización civil “Las Abejas” habían advertido sobre la posibilidad de liberar algunos paramilitares que habrían participado en el crimen. Sin embargo tanto para la Suprema Corte de Justicia como para los “paladines del sistema”, es decir, para los abogados del Centro de Investigación y Docencia Económica (C.I.D.E.), la inconsistencia de pruebas era motivo para promover un “amparo de juicio” que implicaría, a la postre, la liberación de 20 detenidos. En ese sentido, debemos sumar a la lista de “los mercenarios de la justicia”[13] los nombres de Hugo Eric Flores Cervantes –evangélico y profesor del CIDE– y a Héctor Aguilar Camín –director de la revista Nexos– quienes fueron participes de esa artimaña[14].

En el marco de una “guerra de baja intensidad” perpetuada por el Ejército Mexicano contra las comunidades autónomas zapatistas, el 22 de diciembre de 1997, alrededor de 90 paramilitares de filiación priista irrumpieron en la capilla donde se encontraban rezando los habitantes de la comunidad autónoma “Las Abejas” para masacrarlos. Es importante hacer mención de que el grupo de “Las Abejas” eran simpatizantes de la causa zapatista más no eran zapatistas in strictu sensu. Por tanto, la masacre en Acteal respondió más a una política de contra-insurgencia que a un “conflicto entre indios” como solía sostener el entonces secretario de Gobernación y, posteriormente, candidato a la presidencia por el PRI, Francisco Labastida Ochoa. Incluso, en un artículo publicado el 20 de diciembre de 2007 en el diario mexicano La Jornada, Carlos Montemayor sostenía que se trataba del marco de una estrategia de guerra y, por consiguiente, la lógica de una administración de la guerra se imponía sobre la posibilidad de una solución política.

En un clima de amnesia deliberada, de represión sistemática y de criminalización de los movimientos sociales en México, debemos tomar en serio la sugerencia benjaminiana respecto a que los muertos no están a salvo. La masacre de Acteal es otro capítulo de la historia que nos advierte sobre el “estado de excepción” como regla en la que vivimos. La matanza en Acteal no debe ser olvidada sino recordada como un evidente crimen de Estado y, por tanto, se debe actuar en consecuencia exigiendo castigo para los culpables. De momento es la memoria de la “dignidad” quien ya los juzga y repudia.





La docena trágica del Partido Acción Nacional[15]



El 19 de julio de 1998 se publica la Quinta Declaración de la selva Lacandona donde son refrendadas las demandas de tierra, techo, trabajo, pan, medicina, educación, democracia, justicia, libertad, independencia nacional y paz digna. Además de exhortar a la sociedad civil a una consulta nacional por el reconocimiento indígena y contra la guerra de extermino, el EZLN subrayaba la imperiosa necesidad de una Reforma constitucional en materia de derechos y cultura indígena y, por supuesto, la incorporación de los Acuerdos de San Andrés[16].

Después de casi setenta años de hegemonía priista, el Partido Acción Nacional (partido conservador y de corte liberal) obtuvo la presidencia de la República mexicana en la elecciones de 2000, a través de su candidato, Vicente Fox[17]. La mentada “transición a la democracia en México” se tradujo en una agudización y profundización de la agenda neoliberal. Durante la administración foxista hubo una caída real en los salarios, la migración hacia Estados Unidos se incrementó (ya para 2004, habían más de 48 millones de mexicanos del otro lado del Río Bravo), la flexibilidad laboral y la precarización del trabajo acompañaban la criminalización de los movimientos sociales.

Entre los meses de febrero y marzo de 2001, el EZLN emprendería la Marcha del color de la Tierra, recorriendo durante un lapso de 37 días una distancia de 6 mil kilómetros y cerrando su larga caminata el 28 de marzo en el Congreso con la finalidad de exponer las causas de su lucha, las demandas y las exigencias de los pueblos indígenas[18]. Cabe hacer mención, que los miembros del Partido Acción Nacional no estuvieron presentes mientras la comandancia del EZLN hablaba en el Congreso pues ¿Cuándo el núcleo criollo, formado por la gente bien, ha sido un interlocutor simétrico de los indios? ¿Cómo era posible? ¡Esto indios de Chiapas estaban subvirtiendo el sistema de castas!

El 25 de abril de 2001 es una fecha significativa para el reposicionamiento político del EZLN puesto que ese día el Senado aprobó, por la vía de los tres partidos más importantes (PRI, PAN, PRD), una reforma constitucional en materia de derechos indígenas. Sin embargo dicha reforma era radicalmente distinta de la que había propuesto el EZLN e incluso traicionaba el espíritu de los Acuerdos de San Andrés. La izquierda institucional, es decir, el Partido de la Revolución Democrática mostraba finalmente por quiénes estaba conformado: una runfla de vividores del erario público. Qué mejor que un retrato hablado del PRD hecho por el Subcomandante Marcos:

“El PRD, el partido de los ‘errores tácticos’. El error táctico de, con sus pactos electorales, fomentar los negocios de familias disfrazadas de partidos. El error táctico de aliarse al PAN en algunos estados y al PRI en otros. El error táctico de la contrarreforma indígena y los paramilitares de Zinacantán. El error táctico de Rosario Robles[19] y los videos escándalos. El error táctico de hostigar y reprimir el movimiento estudiantil de la UNAM en 1999[20]. El error táctico de la ‘ley Ebrard’[21] y la ‘ley Monsato’. El error táctico de la importada ‘tolerancia cero’[22] y de perseguir a jóvenes, homosexuales y lesbianas por el ‘delito’ de ser diferentes. El error táctico de traicionar la memoria de sus muertos, hacer candidatos a sus asesinos y reciclar a los desaforados de las candidaturas priistas. El error táctico de convertir movimientos populares en burocracias partidistas y gubernamentales. El error táctico de la indefinición frente a los movimientos de resistencia y liberación en otros países, de bajar la cabeza frente al poder norteamericano y de tratar de congraciarse con los poderosos. El error táctico de la alianza con el narcotráfico en el Distrito Federal. El error táctico de pedirle dinero a la gente mintiéndole al decir que es para ayudar, ‘bajo el agua’, a los zapatistas. El error táctico del cortejo vergonzante a los sectores más reaccionarios del clero. El error táctico de usar a los muertos en la lucha como carta de impunidad para robar, despojar, corromper, reprimir. El error táctico de correr, loco de contento con su cargamento de errores tácticos, al centro”[23].

Con la contrarreforma indígena, el Partido de la Revolución Democrática mostró que era un partido más –sin divergencias ideológicas de fondo con el PRI o el PAN– en la lucha por el presupuesto y por los cargos públicos. Un partido que se había adaptado a la lógica de la democracia liberal y procedimental, un partido que no escatimaba en recibir tránsfugas del PRI para reciclarlos en sus listas electorales. El PRD se convertía en el partido de la desmemoria y de la ignominia.

Posterior a la traición de la clase política de México, el EZLN cae en la cuenta que esta clase política no es la solución sino precisamente parte del problema estructural que padece el país. De tal modo, en agosto de 2003 los zapatistas crean las Juntas de Buen Gobierno traduciendo toda una herencia de prácticas de autonomía y de autogestión inspirada de las formas comunitarias del mundo indígena y campesino. Esta manera de relacionar la autonomía con las formas de resistencia tendrá un fuerte impacto en la configuración de los movimientos sociales anti-sistémicos de América Latina[24]. Resulta interesante advertir esta desconfianza a la vieja y tradicional clase política por parte de los movimientos sociales en diferentes partes de Latinoamérica.

En otro orden de ideas, no debemos desligar la lucha contra el narcotráfico de las estrategias de contra-insurgencia que se aplicó –y se sigue aplicando en México– durante el gobierno de Felipe Calderón (2006-2012). Por ejemplo, en noviembre de 2010 –nos informó la periodista Laura Castellanos– fue ejecutado “el comandante Ramiro”, miembro del Ejército Popular Revolucionario Insurgente (ERPI), en un operativo contra el narcotráfico. La Secretaria de la Defensa sostuvo que “el comandante Ramiro” estaba vinculado con el narcotráfico, sin embargo, nunca se sustentó dicho señalamiento. En el mismo orden de ideas, la propia Castellanos comentó que: “Recientemente, a un líder indígena del sureste de Chiapas se le intentó ligar con otro grupo del narcotráfico, se aplicó su detención y se le tomaron fotos con arsenal bélico y la información en los noticieros fue divulgada, sin embargo, posteriormente fue puesto en libertad pues no existían pruebas fehacientes. El país está pasando un momento muy delicado, porque la única estrategia que ha aplicado Felipe Calderón es sacar al ejército a las calles y a las zonas rurales. Evidentemente esta estrategia ha sido un rotundo fracaso y ha habido denuncias por la muerte y tortura de civiles que han sido ignorados. En este escenario, quedan más vulnerables comunidades indígenas que han asumido su autonomía, como sucedió con la de Santa María Ostula, en Michoacán, que no solamente se enfrenta a una situación socio-económica marginal, sino que enfrenta la violencia de grupos paramilitares que han sido vinculados con el narcotráfico. En los últimos meses han sido secuestrados y desparecidos tres integrantes de Bienes Comunales del pueblo, entre ellos el presidente, Francisco de Asís Verdía Manuel, sin que se tengan noticias de ellos”[25].

La llegada del Partido Acción Nacional a la presidencia de la República condicionó la nueva distribución geográfica y, por consiguiente, desencadenó una lucha intestina entre los diversos grupos delictivos del país. La fuga, en 2001, de Joaquín Guzmán Loera, mejor conocido como “El Chapo Guzmán”, líder de “El Cártel de Sinaloa”, evidenció que el gobierno federal se había decantado por un específico grupo delictivo[26]. La clase política –PRI, PAN, PRD– forma parte del crimen organizado y viceversa.

Durante el régimen del Calderón, el EZLN continuó practicando su política del “mandar obedeciendo” en las comunidades autónomas. Sin renunciar a entablar un diálogo tanto práctico como teórico no sólo con los principales movimientos sociales en América Latina sino también con pensadores como Pablo González Casanova, Sylvia Marcos, Walter Mignolo, Enrique Dussel, Naomi Klein, Jean Robert, Immanuel Wallerstein, Raúl Zibechi, John Berger, Gilberto Valdez, entre otros, durante el mes de diciembre de 2007, en el marco del Primer Coloquio Internacional In memoriam Andrés Aubry y, un par de años más tarde, en el Primer Festival Mundial de la “Digna rabia” celebrado en la ciudad de México, en el Caracol de Oventik y en la ciudad de San Cristóbal de las Casas. El EZLN siguió combatiendo, dentro de los límites de sus posibilidades, al sistema capitalista y a la pesada carga ideológica de la democracia representativa. La crítica de las armas y las armas de la crítica –como le gustaba decir a Marx– sigue siendo fundamental en la práctica zapatista.





La otra Política



En vísperas de los comicios presidenciales de 2006, el EZLN publicó su Sexta Declaración de la Selva Lacandona. Estaba estructurada enfatizando seis puntos fundamentales: 1) De lo que somos, 2) De dónde estamos ahora, 3) De cómo vemos el mundo, 4) De cómo vemos nuestro país que es México, 5) De lo que queremos hacer, 6) De cómo lo vamos a hacer. En el documento, el EZLN dejaba en claro su posición ante los partidos políticos que “aprobaron una ley que no sirve, pues lo mataron de una vez al diálogo que no importa lo que acuerden o firmen porque no tiene palabra”[27]. Sin embargo, esta ruptura con la clase política no implicó la mirada pasiva –tan recurrente en académicos y en columnistas de oropel– sino la resistencia activa y cotidiana en los municipios rebeldes. La crítica al sistema capitalista –y a su lógica destructiva– es central en esta declaración. Aquí radica una diferencia importante, pues si antes el EZLN refería a la globalización neoliberal, ahora denunciara abiertamente al capitalismo y, por supuesto, a su expresión política: la democracia liberal burguesa.

La otra política, “desde abajo y por abajo”, que promueven los zapatistas no es création ex nihilo sino fruto “de varios siglos de resistencia indígena y de la propia experiencia zapatista”. Precisamente, este es uno de los principales rasgos de los movimientos de emancipación latinoamericanos ya que, por un lado, subvierten la política burguesa ensayada desde el siglo XVI y, por el otro, minan, desde sus raíces, a la pesada losa de la colonialidad del poder. Por medio de la organización horizontal, la autogestión como modo de producción, la descentralización de las decisiones (en el plano político y social), la democracia cara-a-cara y, por supuesto, otra manera de relacionarse con la naturaleza, los movimientos sociales latinoamericanos, en general, y los zapatistas, en particular, consolidan –aportando nuevas experiencias– la larga tradición libertaria de los oprimidos.

La colonialidad del Poder –pesada estructura de dominación– se fundamenta en la interacción de la raza, el género y el trabajo. Sin embargo, dicha estructura –al igual que el capitalismo– es expresión de determinadas relaciones sociales históricas y, por tanto, puede ser transformada en tanto modifiquemos, a través de la praxis, nuestra realidad. En las comunidades autónomas se intenta transformar esta estructura de dominación. En ese sentido, las palabras de la Comandanta Hortensia revelan la decisión de desmontar la “colonialidad del poder” enraizada en el imaginario social. Para ella, “por ejemplo, en la política, ha habido mujeres en la dirección de nuestra organización, como Comité Clandestino Revolucionario Indígena. Como responsables locales y regionales, y también se han nombrado compañeras para ser suplentes del CCRI. Las mujeres ya participan en las asambleas de los pueblos. Ya sea en los estudios políticos o asambleas generales, para elegir a sus autoridades, como por ejemplo: autoridades municipales, Juntas de Buen Gobierno, agentas municipales, comisarios ejidales y comités de educación. Y también para elegir mandos políticos en la comunidad, como responsables locales (…) Por eso, nosotras las mujeres ya no debemos hacernos de un lado. Debemos prepararnos cada vez más. Para poder seguir adelante y avanzar lo más posible que se pueda en todos los nivel del trabajo. Porque si no lo hacemos, las que ya estamos en este mundo, que es un mundo donde todavía las mujeres no tenemos rostros, nombre ni voz para los capitalistas y neoliberales. Por eso, es la hora de ejercer y hacer valer nuestros derechos. Pero, para poder hacer todo esto, sólo se necesita tener voluntad, decisión, fuerza y rebeldía. Y no necesitamos pedirle permiso a nadie. Pero todo lo que estamos haciendo y lo que estoy diciendo no es un invento, ni imaginación. Sino que es una realidad. Alli lo demostramos en el Tercer Encuentro, que se llevó a cabo en el Caracol de la Garrucha, hace un año. Ahí hablamos y explicamos nuestros trabajos como mujeres”[28].

Ante el asombro de algunos desinformados, la desidia de unos cuantos despistados y la decepción de muchos arribistas, el EZLN decidió no sumarse al proyecto del entonces candidato de la diligente Izquierda institucional: Andrés Manuel López Obrador. Dicha decisión le valió a los zapatistas sortear ya no sólo el cerco militar sino además un nuevo cerco informativo. No hay duda de que una parte de la clase política y empresarial del país no se sentía cómoda con la creciente popularidad, en algunos sectores, de López Obrador. No obstante a las triquiñuelas y argucias, por parte de Vicente Fox, para lograr el desafuero de López Obrador éste supo capitalizar el descontento social. Pero ya en 2005 ¿Cuál era la percepción que el EZLN tenía de la figura de López Obrador?

“El Andrés Manuel López Obrador (AMLO) proyectado a las alturas de la democracia ‘moderna’ (o sea, las encuestas) por la absurda campaña de la pareja presidencial. El que convirtió la movilización ciudadana contra el autoritarismo del desafuero, en un acto de promoción personal y de destape personal. El que no dijo, en la movilización contra el desafuero, la frase que realmente correspondía, a saber ‘ningún dirigente tiene derecho a encabezar un movimiento en torno a una causa justa, para, a espaldas de la mayoría, sujetarlo a su proyecto personal en su búsqueda de Poder y negociarlo para eso’. El que convoca a una marcha del silencio y, en lugar de respetarlo, la usa para hablarle al Poder, imponiéndole a todos la palabra de uno (…) El que tiene, como uno de sus primeros ‘comités de apoyo’ indígenas en Chiapas, a los caciques y paramilitares de Zinacantán, los mismos que agredieron la marcha zapatista el 10 de abril de 2004. El que ya se ve a sí mismo cruzado por la banda presidencial (…) El que se comparó a sí mismo con Francisco I. Madero… olvidando que el símil con Madero no termina con el demócrata encarcelado por Porfirio Díaz, sino que continúa con el Madero que formó su equipo de gobierno con los mismos porfiristas (y que fue traicionado por uno de ellos). Con el Madero que, dando las espaldas a las demandas de los desposeídos, se dio a la tarea de mantener la misma estructura económica de explotación, despojo y racismo construida en el régimen porfirista. A AMLO y a los jilgueritos que revolotean a su lado se les ‘olvidaron’ esos detalles. Y, sobre todo, se les ‘olvidó’ que, frente a Madero, los zapatistas enarbolaron el Plan de Ayala. Aquel plan sobre el que Madero dijo, palabras más o menos, ‘publíquenlo, que todos sepan que ese Zapata está loco’. Pero basta de historia pasada y de comparaciones. Estamos a principios del siglo XXI y no del siglo XX (…) La oferta central del programa presidencial de AMLO es ‘estabilidad macroeconómica’, es decir, ‘ganancias crecientes para los ricos, miseria y despojos crecientes para los desposeídos, y un orden que controle el descontento de estos últimos’. Cuando se critica el proyecto de AMLO no se trata de criticar un proyecto de izquierda porque no lo es, así lo ha declarado y prometido López Obrador al Poder de más arriba. Él ha sido claro y sólo no lo ven quienes no quieren verlo (o no les conviene verlo) y se siguen esforzando por verlo y presentarlo como un hombre de izquierda. El de AMLO es un proyecto, según él mismo lo definió, de centro (…) Si Carlos Salinas de Gortari fue el gobernante ejemplar de operador de la destrucción neoliberal en México, López Obrador quiere ser el paradigma del operador del reordenamiento neoliberal. Ese es su proyecto”[29].

Como ya es harto conocido, después del descalabro electoral y del evidente fraude electoral de 2006, la diligente Izquierda institucional (que para los zapatistas “no es más que una derecha vergonzante”) en lugar de hacer un examen autocrítico de la manera cómo los timó la misma clase política –con la que suele coincidir en negocios o proyectos transexenales– prefirió dedicarse a vilipendiar al zapatismo[30]. El entonces presidente del PRD, Leonel Cota Montaño y algunos “columnistas a sueldo” culparon al EZLN de la derrota de López Obrador. Sin tomarse la mínima molestia de entender la reconfiguración política e ideológica de los movimientos sociales, de comprender sus objetivos (simbólicos y materiales), ni de reflexionar en las consecuencias que el silencio cómplice (por ejemplo, el de López Obrador frente al voto perredista en el Senado contra los Acuerdos de San Andrés o el de Cota Montaño frente a las hostilidades del gobierno de Juan Sabines –ex priista como el primero– a las comunidades zapatistas, entre muchos más) que esta diligente izquierda institucional ha mantenido frente a las ominosas decisiones y abyectas acciones del Poder.

Es innegable que durante la docena trágica se agudizó el descontento, la frustración y el desmembramiento social debido a la siempre presente violencia estructural y a la nula justicia social, ausencia perpetua en las sociedades pos-coloniales. No hay duda que las secuelas de la actual forma social, y su producción en serie de seres desechables[31], pueden observarse en los terribles niveles de pobreza (31 millones de pobres) y de corrupción (según transparencia Internacional, en estos últimos seis años, México descendió 33 lugares) que campean en el país. Teniendo esta tela de fondo, algunos sectores de la sociedad mexicana decidieron apoyar por la vía del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) la candidatura, nuevamente en 2012 de Andrés Manuel López Obrador[32]. Por supuesto, la estridente cantaleta de los columnistas de oropel y de los intelectuales orgánicos de la diligente Izquierda institucional denostó la posición del EZLN y de otros movimientos sociales (como el del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad) que no se sumaron a la campaña de AMLO. Otra vez, los indígenas zapatistas no sabían lo que hacían…

¿Por qué si ya, desde 2005, el EZLN había declarado su posición ante la política de los de arriba –la fetichizada política burguesa– tenía que replegarse a un proyecto que no implicaba una ruptura con el capital? ¿Por qué, si ya desde el 2001, la diligente Izquierda institucional había marcado su andar y su coqueteo con el poder, tenía que ser el timón de los oprimidos?





La “débil fuerza mesiánica” desde la selva Lacandona



En su famoso libro Das Passagen-Werk, Walter Benjamin interpretó a la modernidad como “el tiempo del infierno”[33]. Efectivamente, para Benjamin la época moderna, mediada por una temporalidad vacía, se definía en relación a la mercancía y a la lógica del capital. La razón instrumental fungió como arma para dominar pueblos y como herramienta para explotar a la naturaleza. Hoy, dicha razón instrumental ya no es sólo un instrumento sino una dictadura. El capitalismo como religión –quizá la más feroz, implacable e irracional– que no contempla redención alguna está orillando a la destrucción de la Humanidad y del Planeta. Sin embargo, en la visión profética de Benjamín existen posibilidades de lucha, momentos de resistencia, destellos de esperanza y de rebeldía; es “la débil fuerza mesiánica” de las víctimas.

Los dioses de la muerte, aquellos que se nutren de la sangre y de los “valores de uso”, no reconocen otras divinidades que no sean las que contribuyan al “proceso de valorización”. Desde el siglo XVI, las culturas mesoamericanas o prehispánicas del otro Atlántico fueron testigos de las nuevas divinidades de la modernidad: el oro y la plata. Millones de indígenas morían extrayendo el oro y la plata de las minas, éstas eran llamadas por ellos, “la boca del infierno”. Al igual que Moloch, la modernidad incipiente precisaba de víctimas. Aquí comienza la larga noche de los 500 años de los pueblos originarios. Por consiguiente no es fortuito que la lucha de los pueblos originarios –primeras víctimas de la modernidad– no sólo desborde, desde un núcleo ético-mítico distinto, a la temporalidad homogénea y vacía sino que además confronte a la racionalidad instrumental burguesa.

Durante la Media noche en la historia –cuando el Anticristo se erigía ante la complacencia de las democracias burguesas– un par de judíos románticos revolucionarios formularon la idea de que la tradición de los oprimidos (W. Benjamin) y la no-contemporaneidad de lo contemporáneo (E. Bloch) suelen desbordar –en la lucha misma– a la temporalidad vacía del capital. Dicha intuición no pudo encontrar mejor expresión que en el levantamiento insurgente en el sureste mexicano[34]. Cabalgando en las frondosas montañas de Chiapas, recorriendo las llanuras y viviendo en la foresta, los hombres y las mujeres zapatistas –cual relámpagos de la historia– venían para interrumpir el continuum de la historia. El ¡Ya Basta! era la prueba más fehaciente de que “sólo gracias a aquellos sin esperanza nos es dada la esperanza”[35].

Mientras que el Planeta entero se encontraba en incertidumbre por el presagio maya del fin del mundo, el 12/12 más de 40 mil indígenas –bases de apoyo zapatistas– realizaban una marcha del silencio mostrándonos que allí seguían: resistiendo en las montañas, luchando por la justicia, andando erguidos, soñando por que otro mundo sea posible, dándonos esperanza, pero sobre todo, dándonos una gran lección de dignidad.





Luis Martínez Andrade

Enero de 2013



· Agradezco los valiosos comentarios y las observaciones de René Rojas y de Alí Calderón, indudablemente los errores y debilidades del texto son responsabilidad mía.


[1] Sociólogo mexicano. En 2009 recibió el Primer Premio del concurso Internacional de Ensayo “Pensar a Contracorriente”.


[2] Manuel Vázquez Montalbán, Marcos: el señor de los espejos, Aguilar, México, 2000, p. 108.


[3] El término “maizar” proviene de la acción de tirar maíz a las aves para criarlas. Además, este dicho refiere a la cooptación que el gobierno realiza con los intelectuales, periodistas o políticos de oposición a cambio de dinero, puestos en el gobierno o reconocimientos. Se cuenta que cuando el General Porfirio Díaz, quien gobernó al país durante nueve ocasiones sumando casi tres décadas, se sentía acosado por las críticas de alguno de sus opositores solía decir “ese gallo quiere su máiz” con la finalidad de movilizar al aparato político para su posible cooptación. Dentro del escaparate de tendencias que existían en la Revolución Mexicana destacan sobre todo: el Magonismo (corriente anarquista protagonizada principalmente por los hermanos Ricardo y Enrique Flores Magón y por Praxides Guerrero), el Villismo del Norte (representada por Francisco Villa) y el zapatismo del Sur (expresada en la figura de Emiliano Zapata y su Plan de Ayala). En ocasiones, el EZLN homologa el papel de la dictadura de Díaz con la del Partido de la Revolución Institucional (P.R.I.) y, por ello, recurre a imágenes y términos propios del imaginario campesino.


[4] Para Enrique Dussel, teólogo y filosofo de la liberación, los comunicados del Ejército Zapatista de Liberación Nacional tienen base en la memoria colectiva porque otorgan un sentido al presente, a esa demanda de libertad, justicia y democracia con la que los indígenas incorporan su sentido ético a la llamada modernidad. El discurso zapatista es un lugar de memoria y encuentro entre diversas visiones de mundo que habían sido expulsadas del discurso político eurocentrado.


[5] Jorge Castañeda, La Utopía desarmada, J. Mortiz-Planeta, México, 1993.


[6] Manuel Vázquez Montalbán, Marcos, op. cit. 107.


[7] Naomi Klein, Vallas y ventanas, Paidos, Barcelona, 2002.


[8] Sous-commandant Marcos/ Yvon Le Bot, Le rêve zapatiste, Seuil, Paris, 1997, p. 214.


[9] Gloria Muñoz Ramírez, EZLN: 20 y 10, el fuego y la palabra, Rebeldía-La Jornada, México, 2005.


[10] Ong Thong Hoeung, J’ai cru aux Khmers rouges, Bouchet/Chastel, Paris, 2003.


[11] En 1959, Samuel Ruiz es nombrado Obispo de San Cristóbal de las Casas. Con influencia de Vaticano II, Samuel Ruiz va virando gradualmente hacia posiciones más progresistas, ligadas a la Teología de la Liberación. Incluso, en 1974 Samuel Ruiz organiza El Congreso Indígena, evento fundamental para la toma de consciencia de las comunidades. En agosto de 1995, el gobierno de Ernesto Zedillo (PRI) y Juan Pablo II logran separar a Samuel Ruiz de su diócesis y, en su lugar, traen a Raúl Vera pensando que éste sería hostil al movimiento zapatista. Sin embargo, Raúl Vera radicaliza su posición y muestra simpatía por las luchas indígenas. Posteriormente, en 1999, Vera es nombrado obispo de Saltillo y dentro de su labor destacan: la defensa de los Derechos Humanos, el apoyo a las reivindicaciones de la mejora laboral de los mineros, la ayuda a los inmigrantes, la lucha contra la discriminación que padecen los homosexuales, entre otras.


[12] Manuel Vázquez Montalbán, Marcos, op. cit. 126.


[13] Para el Subcomandante Marcos, los “mercenarios de la justicia” son aquellos que piensan que la justicia es un fenómeno mediático como lo es la política. Entre ellos se encuentra el juez Baltasar Garzón quien “luce mucho con que persigue a la ETA y en realidad lo único que ha hecho es perseguir a la cultura vasca. Ha cerrado periódicos, encerrados periodistas, y él lo presenta como parte del combate al terrorismo”. Laura Castellanos, Corte de Caja. Entrevista al subcomandante Marcos, Endira, México, 2008, p. 105.


[14] Cfr. Luis Hernández Navarro, “Justicia a la Carta”, La Jornada, martes 11 de agosto 2009: http://www.jornada.unam.mx/2009/08/11/opinion/017a1pol


[15] En México se conoce como la “Decena Trágica” al movimiento armado que derrocó al gobierno del presidente Francisco I. Madero y duró del 9 al 18 de febrero de 1913, es decir, diez días. Aquí, por “docena trágica” nos referimos a las dos administraciones de gobierno del PAN de Vicente Fox (2000-2006) y de Felipe Calderón (2006-2012) que no solo aumentaron la pobreza del país sino que lo sumieron en una ola de violencia sin precedentes. Por ejemplo, la “guerra contra el Narcotráfico” declarada por Felipe Calderón en 2006 representó mas de 80 mil muertos. Sin mencionar, los terribles niveles de violación contra los Derechos Humanos que representaron ambas administraciones.


[16] Los Acuerdos de San Andrés sobre Derechos y Cultura Indígena se firmaron el 16 de febrero de 1996 entre el EZLN y el gobierno de México con la finalidad de modificar la Constitución e incorporar la autonomía de los Pueblos Indígenas de México. Pero en septiembre de ese mismo año, el EZLN se retira de la mesa de negociaciones declarando que le gobierno no quería respetar dichos Acuerdos. En conformidad con el artículo 13.2 de la Convención 169 de la OIT el gobierno se competió a efectuar un “nuevo pacto social” con los pueblos indígenas. Desgraciadamente, el gobierno nunca respetó dichos Acuerdos.


[17] Durante su candidatura, Vicente Fox había declaró que resolvería el problema de Chiapas en 15 minutos. Huelga decir que no sólo no lo resolvió sino que tampoco retiró al ejército de Chiapas, ni cesaron las hostilidades contra las comunidades zapatistas: http://www.pagina12.com.ar/2001/01-01/01-01-10/pag17.htm


[18] Véase Gloria Muñoz Ramírez “A diez años de la Marcha del color de la Tierra”: http://www.jornada.unam.mx/2011/03/12/oja167-marcha.html




[19] Política mexicana quien además de ser una de las fundadoras del PRD, fue su presidenta por algún tiempo. Mediante dicho partido fue jefa de gobierno del Distrito Federal (1999-2000). Actualmente forma parte del equipo de trabajo del presidente Enrique Peña Nieto (PRI).


[20] Entre abril de 1999 y abril de 2000, el movimiento estudiantil de la UNAM se rebeló contra la modificación General de Pagos que implicaba un paso hacia la privatización de la Educación Media Superior y Superior de la Máxima Casa de Estudios del país. Después de muchas asambleas, los estudiantes deciden crear el Consejo General de Huelga (CGH) como interlocutor con la Rectoría. La huelga universitaria, una de las más largas en la historia de los movimientos estudiantiles en América Latina, fue vituperada por los principales medios de comunicación del país. Incluso, algunos intelectuales que les gusta presentarse “arriba” como progresistas y cercanos al PRD criticaron duramente al movimiento estudiantil. Cfr. Arturo Ramírez, Palabra de CGF. El testimonio de los huelguistas. Ediciones del milenio, México, 2000. Para conocer la posición del EZLN véase: http://palabra.ezln.org.mx/comunicados/1999/1999_10_08_a.htm


[21] Se conoce como “Ley Ebrard” a la propuesta hecha por Marcelo Ebrad para la modificación al Código de Procedimientos e Instituciones Electorales que tiene como objetivo poner nuevos candados para el registro de nuevos partidos Políticos. Marcelo Ebrard, como la gran mayoría de los supuestos políticos progresistas como Andrés Manuel López Obrador o Manuel Camacho Solís, empezó su carrera política en el PRI y, gradualmente, se fue pasando a la Izquierda Institucional. Por supuesto, su deslizamiento hacia la Izquierda Institucional fue más por motivos electorales que ideológicos.


[22] El subcomandante Marcos siempre ha subrayado la función del aparato represivo impuesto en el Distrito Federal durante la gestión de Andrés Manuel López Obrador, quien importó de los Estados Unidos la doctrina de la tolerancia cero y que fue aplicada por el gobierno de Marcelo Ebrard (2006-2012). Cfr. Primer viento del Festival Mundial de la Digna Rabia, 2 de enero de 2009. Al igual que en Grecia, España o Chile, los estudiantes son tachados de vándalos y bandidos. Un ejemplo fue el primer acto de gobierno, en el Distrito Federal, de Miguel Ángel Mancera Espinosa (PRD) en la represión el 1 de diciembre de 2012 durante el acto de toma de gobierno de Enrique Peña Nieto. Es importante no olvidar la tripleta López Obrador-Ebrard-Mancera pues ya se encuentra preparando su candidatura para el 2018 cuando habrá nuevamente elecciones presidenciales. El calendario del poder y su temporalidad vacía expresan otra modalidad de la colonialidad del poder y de la ideología liberal-burguesa.


[23] Subcomandante Insurgente Marcos, “La (imposible) ¿Geometría? del poder en México, in Sergio Rodríguez Lascano, La crisis del poder y nosotr@s, Rebeldía, México, 2010, p. 147-148.


[24] Si bien, los zapatistas no son los primeros en llevar a cabo esta práctica de autogestión, pues ya desde los años noventa el Movimiento de Trabajadores sin Tierra en Brasil (MST) viene practicando la autogestión en las tierras que ocupa; el movimiento indígena zapatista impregnan con sus mitos, leyendas y líneas de creencia la producción de otras subjetividades con relación a la tierra y a la naturaleza. Cfr. Raúl Zibechi, Autonomías y emancipaciones: América latina en movimiento, Bajo Tierra-Sísifo Ediciones, México, 2008.


[25] Entrevista publicada en el diario “El Columnista”, Puebla, México, 1 de junio 2010, p. 22. Disponible en: http://circulodepoesia.com/nueva/2010/06/entrevista-con-laura-castellanos-la-violencia-en-mexico/


[26] Sobre la relación entre la administración de Vicente Fox y el Cártel de Sinaloa consúltese Anabel Hernández, Los señores del Narco, Grijalbo, México, 2010.


[27] http://enlacezapatista.ezln.org.mx/2005/11/13/sexta-declaracion-de-la-selva-lacandona/


[28] “Quinto viento: una digna y femenina rabia”, 4 de enero 2009, México. Disponible en: http://enlacezapatista.ezln.org.mx/2009/01/05/la-brutalidad-sexual-del-poder-y-la-otra-sexualidad-quinto-viento/


[29] Subcomandante Insurgente Marcos, “La (imposible) ¿Geometría? del poder en México”, op cit. p, 148-152.


[30] No debe olvidarse que el 2 de julio de 2006, día de las elecciones, hubo una ausencia de casi el 30% de los representantes de casillas del candidato López Obrador.


[31] Zygmunt Bauman, Wasted Lives. Modernity and its Outcasts, Polity, Cambridge, 2004.


[32] No está por demás mencionar los pactos de AMLO con la vieja clase política, por supuesto, no sólo rodeado de René Bejarano y de Carlos Imaz, sino su apoyo a la candidatura por el Senado del Priista Manuel Bartlett Díaz. En la vida política de México se relaciona a Bartlett con el fraude electoral de 1988 (que llevó a la presidencia a Carlos Salinas) y con la muerte de un agente de la DEA (Drug Enforcement Administration) http://articles.latimes.com/1997/oct/26/news/mn-46907/5 Tampoco se deben omitir la cercanía de AMLO con Arturo Núñez Jiménez (ex priista, para variar) a quien el comandante Marcos siempre lo ha identificado como uno de los responsables de la matanza de Acteal: http://www.jornada.unam.mx/2007/10/02/index.php?article=009n1pol&section=politica


[33] Walter Benjamin, Libro de los pasajes, Akal, Madrid, 2005, p. 838-839


[34] Para Stefan Gandler, filósofo alemán y alumno del recién finado Alfred Schmidt, “Ser revolucionario implicaría entonces la capacidad de recordar, de ver y aprender de las generaciones pasadas, sus experiencias y tradiciones. La simple fijación en las supuestas “modernizaciones” nos cierra, por el contrario, el camino a este salto del tigre. Las recetas de la izquierda reformista y estalinista en las ex colonias para superar primero los restos de sociedades tradicionales, es decir, asemejarse a las sociedades del centro, como requisito previo para poder entrar al proyecto de una sociedad radicalmente menos repugnante, se basan en esta falsa concepción del papel de las tradiciones. Los neozapatistas son tal vez el grupo que ve con más claridad la necesidad de este salto del tigre hacia el pasado y no es casual que lo hacen desde el rincón más retirado de México, aparentemente desde el lugar más alejado de esta otra sociedad menos represora”. Stefan Gandler, Fragmentos de Frankfurt: ensayos sobre la Teoría Crítica, Universidad Autónoma de Querétaro-Siglo XXI, p. 79.


[35] “Nur um der Hoffnungslosen willen ist uns die Hoffnung gegeben“ escribió Benjamin durante el advenimiento de la época fascista.





Visto en: http://circulodepoesia.com/nueva/2013/01/el-ezln-ayer-y-hoy-una-reconstruccion/

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