Otra de esas marañas
Esta noche realmente es inquietante, es inquietante por la calma que existe, por el inevitable contacto con mis manías, con mis inquietudes, con mis deseos, con mis sentimientos...conmigo mismo.
Revisando los viejos albúms de fotos (claro, es una noche nostálgica), fijándome en las fechas, y tratando de recordar siempre que era lo que estaba viviendo en esos momentos, tratando de diagnosticar que estaba pensando en el justo instante, con la idea en mente de descifrar "algo" que me diera la tranquilidad que necesito.
Padezco insomnio, causado por todas las caracteristicas mías que muchas veces no me es agradable confrontar, no por miedo a sus resultantes, sino miedo a la obsesión, al estado en que me llevan, inexorablemente es el mismo, desde ese entonces hasta ahora.
Algo que ya creía maduro y caduco sigue causando el mismo daño que la primera vez, aunque desde hace mucho tiempo he sabido que ese es uno de mis puntos más débiles, pero a la vez más delicioso, el más enfermo, pero el más placentero, el más irritante, pero el mayor dotador de felicidad.
Creo que Nietzsche se cubre de un tinte de razón en que los humanos somos meramente idealistas, estúpidos idealistas. Somos tan, pero tan necios, que sabiendo que vamos a tropezar de una manera similar a la anterior lo volvemos a intentar. Se dice que aquel hombre que no apuesta jamás triunfará, que tan cierto es eso, que de malo es no apostar y tratar de triunfar...
No tengo información de alguien que haya podido mediatizar, entre aquellas cosas, o mejor dicho, el límite de hasta dónde podemos conducirnos con seguridad de que las cosas no fallen, no se distorcionen ni tampoco nos hagan cambiar el objetivo, que nos inlfuya para mirar como en un principio la meta establecida.
Otra de mis grandes anhelos es el saber de una manera metodológica cuando una empresa ha terminado o cuando se debe seguir adelante, independientemente de que esté en juego y como saber racionar ese "todo", cómo medir el riesgo inherente de la empresa y el que se va adquiriendo. Sería idílico llegar a eso, aunque menos divertido y retador (algunas veces con un grado de dificultad altísimo)
Lo único cierto que identifico es siempre hay que seguir adelante, forjandonos un temple cada vez más fuerte e inteligente, tomando las cosas de la mejor manera, siempre haciendo un ingente esfuerzo por pulir el carcacter.
Revisando los viejos albúms de fotos (claro, es una noche nostálgica), fijándome en las fechas, y tratando de recordar siempre que era lo que estaba viviendo en esos momentos, tratando de diagnosticar que estaba pensando en el justo instante, con la idea en mente de descifrar "algo" que me diera la tranquilidad que necesito.
Padezco insomnio, causado por todas las caracteristicas mías que muchas veces no me es agradable confrontar, no por miedo a sus resultantes, sino miedo a la obsesión, al estado en que me llevan, inexorablemente es el mismo, desde ese entonces hasta ahora.
Algo que ya creía maduro y caduco sigue causando el mismo daño que la primera vez, aunque desde hace mucho tiempo he sabido que ese es uno de mis puntos más débiles, pero a la vez más delicioso, el más enfermo, pero el más placentero, el más irritante, pero el mayor dotador de felicidad.
Creo que Nietzsche se cubre de un tinte de razón en que los humanos somos meramente idealistas, estúpidos idealistas. Somos tan, pero tan necios, que sabiendo que vamos a tropezar de una manera similar a la anterior lo volvemos a intentar. Se dice que aquel hombre que no apuesta jamás triunfará, que tan cierto es eso, que de malo es no apostar y tratar de triunfar...
No tengo información de alguien que haya podido mediatizar, entre aquellas cosas, o mejor dicho, el límite de hasta dónde podemos conducirnos con seguridad de que las cosas no fallen, no se distorcionen ni tampoco nos hagan cambiar el objetivo, que nos inlfuya para mirar como en un principio la meta establecida.
Otra de mis grandes anhelos es el saber de una manera metodológica cuando una empresa ha terminado o cuando se debe seguir adelante, independientemente de que esté en juego y como saber racionar ese "todo", cómo medir el riesgo inherente de la empresa y el que se va adquiriendo. Sería idílico llegar a eso, aunque menos divertido y retador (algunas veces con un grado de dificultad altísimo)
Lo único cierto que identifico es siempre hay que seguir adelante, forjandonos un temple cada vez más fuerte e inteligente, tomando las cosas de la mejor manera, siempre haciendo un ingente esfuerzo por pulir el carcacter.
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