Para finalizar este año me gustaría dejar unas cuantas letras, sin embargo, no sé si escribir en tono de protesta o escribir de aquellas cosas nuevas que he aprehendido, o peor aún, intentar describir el porque lo intento, tarea más ardua y compleja. No me interesan ni los bucles ni tampoco los aviones, no quiero debrayar porque me agoto. Sigo odiando a los ricos y estúpidos o ¿estúpidos ricos ? ,y hablando mal de Windows. Tengo una hambre que jamás había sentido, unos deseos de llegar a ese algo. Un algo que no tiene sustancia alguna, no es corpórea ni colora, pero es indispensable, como la chispa de todo viejo boiler. La duda es una compañera cotidiana, aunque no nos llevamos muy bien. Siempre viajamos juntos. Temo extrañar al liliputiense Óscar, pero su despedida es inevitable, de hecho, la mitad del camino ha transcurrido. He cambiado. He cambiado, ahora creo que el pueblo tiene salvación. Diariamente lo veo en sus rostros, esa necesidad de que las cosas vayan mejor, de la neces...
Un lugar para disfrutar de las incongruencias de las ideas