Con palabras pretendo tocarte, en ausencia de mis manos y dedos. Quiero que estas mismas se escurran por cada vertebra de tu delicada espalda, palmando, tocando, descubriendo parajes distantes. No importan las 10 horas de distancia, no importa tu calidad de diosa en la tierra, de Venus. Como simple mortal, pretendo tocarte hasta la imaginación y servir como aliciente de tus sueños. Mi Venus. Mi Venus hecha mujer. Eres como la divinidad convertida en materia. Las mismas palabras se pierden en tus muslos, se duermen en esa vorágine que son tus caderas, se levantan nuevamente para reptar hasta tus pechos enhiestos que prometen la vida, y por si fuera poco, la muerte. Quiero hacer lo que pocos letrados han hecho, hacerte mía desde este escrito. Te pertenece, es tuyo, más que mío.
El armar un gallo de pulgada es una de las cosas más sujeta a mitos y medias verdades. Este es uno de los muchos temas que los galleros enuncian con una seguridad a prueba de balas. Hasta el momento no he leído un solo escrito o esquema con detalle científico que tenga conclusiones claras y precisas de lo que sucede en un combate ni la ergonomía que mejor se adapta, todo proviene de un sistema de creencias que, muy en lo personal, me cuesta creer. El ángulo de corte se refiere a la posición de la punta de la navaja con respecto al codo de la pata. Dependiendo del amarrado es que la sitúa en un rango de los 5° a los 9°. De lo que no dudo es que no hay una manera precisa de emitir teorema alguno sobre este rubro. La formula del corte está dada por la sujeción de la navaja, la forma de la navaja, la altura de la botana, la posición de disparo del gallo, así como la calidad y aprendizaje del mismo durante el desarrollo de la pelea. Son muchas las variables, sin emba...
buen relato Rodrigo
ResponderEliminarGracias. Muy amable de tu parte.
EliminarGracias. Muy amable de tu parte.
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