Tengo una urgencia que me impele, no halla la paz en las palabras, las noches son largas, y la espera eterna. Quiero ahogar tus ojos de líbido que tu clítoris y vagina sean, fieles testigos de tu conciencia amnésica. No nos atemos a esos caducos preceptos, la piel reclama, como vínculo con el alma tus mojados labios, tus enhiestos pechos y finas nalgas. Déjame acariciar la comisura de tus labios con la punta de mi lengua, incitame, dame a beber tus bajas pasiones. Dominame, arrojate a horcajadas y siente el palpitar de la sangre que te reclama. Regálame el nectar de tus pechos, los finos aromas de tu vientre y la humedad de tus adentros. El vaivén de nuestros cuerpos tibios por el verbo y la acción, imperturbable el tiempo, haciendo en ese momento con la muerte, comunión. Excitame con tus caricias, pergueña tu mejor estratégia. Recíbeme con tus caderas desnudas, invitame a lugares prohíbidos, rodeados de sábanas y sordidas decoraciones. Si con n...
Un lugar para disfrutar de las incongruencias de las ideas