Venganza de un gitano milimétrico
Es una venganza. ¡¿Qué más puede ser?¡. ¡Miralo, tendido sobre mi banca, en mi horario, en mi parque nocturno, en mi hora que traigo a Taco a pasear y celebrar, juntos, la soledad al aire libre!.
Ya lo venía tramando desde días atrás, estoy más que seguro. Lo vi regodearse en su ocurrencia la noche en que la pelota llegó a sus dominios. Celebraba la concepción de su venganza lanzando suspiros y carcajadas, haciendo muecas no a su amigo imaginario, sino a mi, futura víctima de su conjura y depositario de sus agravios.
Por días mi trinchera quedará apestada, aunque su hedor desaparecerá antes que el recuerdo de su haber, si es que algún día decide dar por terminado su entuerto. Mientras tanto, camino sin rumbo con un Taco interrogativo, desquiciado, erránte. Lo veo en sus ojos, ese asomo de duda por el siguiente derrotero a tomar ante la malicia de la humanidad.
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