Bytes

Heme aquí,  sin dormir y sin buscar el sueño, esperando a dar con el tuit perfecto, aquel que me lleve a ser una cuenta de opinión que restituya a los justos y a los pecadores.
Escribir embriaga, pero cuando no se tiene la menor idea, es un proceso que se revierte contra nosotros mismos.
Bytes basura.
Vienen los agoreros a tocar mi puerta: hay que derribarlo todo para construir un nuevo mundo del entretenimiento.
Han olvido la palabra conocimiento, y no sin propósito.  Ésta no resulta redituable. Solo nos llevaremos tus sueños como suscripciones o anuncios, nos dicen.
Bytes resentidos.
America latina vira a izquierdas insípidas mientras los europeos retornan a la derecha rancia que se cree protectora de su identidad (siempre y cuando no se deba una explicación).
Los medios de comunicación cubren la muerte de una reina-mascota-parásito antes que afrontar las facturas del gas.  ¿Pero a caso importa?
Bytes condenados.
UK está preparado para la siguiente pandemia, que se cree es la tal monkeypox, aunque en el Congo no tenga una sola vacuna. A quién demonios le importa, porque el hastag #blacklivesmatter nos cura el alma por otras heridas.
Bytes que retornan.
Este texto es un hoyo en la criba de la rutina, que me engaña, me retuerce, me hace olvidar las lecciones de vida que hace años tuviste a bien regalarme. Pero que iba a saber yo en ese entonces de lo que significa la escritura salvaje, imperfecta. Para eso ya habían trazado la directriz los infrarrealistas, habiendo dicho todo lo que se tenía que decir.
Ahora soy tú en ese entonces y por fin creo que tu mensaje cobra sentido, porque pocas cosas son más bellas que un presente que sea vigente con el transcurrir del tiempo.



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