Chole

Llego a mi casa, toco

soledad me abre solícita la puerta

me hace pasar, me sirve la comida

me enciende la televisión, me tiende la cama

me desviste y me hace el amor



soledad me sigue a todas partes cuando estamos juntos

hasta me acompaña cuando voy al excusado y me lee

poemas de pavese o me cuenta historias de otras épocas

mientras contraigo placenteramente el ano

y saco volutas de humo por la boca



ella se siente feliz de que la deje hacer ¡la muy servil!

con frecuencia me sirve de alcahueta / ciertas noches

llega acompañada de alguna íntima conocida suya

nos presenta, nos deja conversar, se aisla discretamente

y cuando ya resulta inoportuna su presencia

opta por alejarse, diciendo groserías entre dientes

echándonos en cara todos sus sacrificios

y se queda escuchando detrás de la puerta, esperando

a que todo vuelva a la normalidad



pasado un rato entra ya más entusiasmada, prende la luz

y nos sorprende abrazados, desnudos aún y sin aliento

para echarla fuera y reclamarle su falta de pudor



soledad se ha vuelto insoportable en los últimos meses



se ha enamorado de mí como una adolescente

me sale al paso en los lugares más insospechados

se pone histérica, me hostiga con sus celos, me llama

por teléfono al trabajo (siempre fingiendo una voz

cono­cida) o entra intempestivamente a mi oficina

con la intención de hallarme en brazos de alguna secretaria



yo la insulto, la maldigo, la corro de mi casa

A gritos y a patadas, la amenazo con las peores torturas

para que se espante y no regrese más



ella llora, suplica, promete ser menos encajosa

pero es inútil, ya todo está decidido



cuando se ha ido salgo a la calle y me pierdo

entre la multitud, visito a mis amigos, me emborracho

discuto enfurecidamente hasta la madrugada

destrozo a besos a una desconocida

le exprimo el jugo a todos los rincones

y escribo extensos pliegues acerca de las mil

y una posibilidades de ahuyentar los malos espíritus



una noche cualquiera regreso a mi casa, fatigado

abro la puerta y me recibe la voz de soledad

tarareando una de mis canciones favoritas



la encuentro en delantal y con un trapo sobre la cabeza



desempolvando todos los resquicios

me recibe sonriendo, tranquilamente, como si nada

hubiera pasado entré nosotros / yo entonces me lamento



por haberle dejado la llave de la casa

sin embargo le beso la mejilla con resignación

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