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¿Qué tanto debo aprender?

Es una pregunta que tiene tiempo dándome vueltas en la cabeza y que más de una vez me ha retardado el sueño. Sé que no hay una única respuesta y que después de darle algunas vueltas en Quora y Reddit, todos llegan a esa misma conclusión: depende de cada quién.
Yo creo que tenemos una sobrevaloración para el asunto de aprender. Pensamos que estar aprendiendo todo el tiempo es lo más benéfico que nos puede suceder, pero no creo que sea de esa manera. Aprender tiene ciertas características y momentos. Si nos lanzamos salvajemente a al proceso, en un punto cercano se nos regresará con la misma intensidad pero negativamente, y eso, está muy lejos de la intención de aprender. En resumen, como mi abuela decía: poquito pero que sea verdad.
Para que el aprendizaje se convierta en conocimiento primero debe haber una emoción que la etiquete en el almacenamiento de nuestro cerebro, posteriormente, habrá un recableado en y, por último, su continuo llamado a lo largo de la vida. El asunto es que si se aprende compulsivamente, no sucede este proceso de tres fases, y por ello se convierte en poco más que basura, y si te pasa como a mi, en un elemento disruptor de culpas y emociones negativas.
Descubrí que el mejor proceso para aprender es, primero que nada, poner una pausa a todo, que tu cabeza esté tan silenciada que puedas escuchar el eco de tus pensamientos. Después asignes tres sesiones de una hora a la semana para comenzar a calentar motores.
Un error común es que queremos meter más de dos pilares de conocimiento a la vez. El asunto es que es nos va a desquiciar y nos atrasaremos en todo, siendo una bola de nieve que no habrá manera de parar. Mi segunda recomendación es que si pones dos pilares, los intercales, haciendo uno cada día. En poco tiempo, estarás satisfecho con los resultados y podrás revisar tu proceso nuevamente para sacarle el mayor provecho.

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