CARTA DE MARCOS SOBRE SU POSICION EN EL EZLN
20 de enero de 1994.
Al semanario nacional Proceso.
Al periódico nacional La Jornada.
Al periódico nacional El Financiero.
Al periódico local de SCLC, Chiapas, Tiempo.
Señores:
Tratamos de acercarnos un poco, buscando la posibilidad de un contacto personal con el señor Camacho Solís, pero hubo que replegarse por la presión de los federales. Así que volverán a tardar nuestros envíos. Aquí les mando otra serie de comunicados: uno dirigido a otras organizaciones indígenas de Chiapas, otro dirigido al pueblo de México, uno más sobre el juicio seguido al general de división Absalón Castellanos Domínguez que me acaba de llegar del Tribunal de Justicia Zapatista y el último dirigido a los señores Samuel Ruiz García y Manuel Camacho Solís. Agradezco de antemano que vean la forma de que sean del dominio público.
Los tiempos se acortan, los cercos se cierran. Cada vez es más difícil mandarles algo para que nos vayan conociendo más allá de pasamontañas, fusiles de madera, lanzas y "temibles cuernos de chivo". Amparados en el supuesto "cese al fuego" los federales siguen tejiendo el aparato de inteligencia militar y represión que les permita dar el golpe espectacular que opaque, al fin, su torpeza en los combates y sus atropellos a la población civil. Con acciones militares de las que llaman "de comando", el ejército federal toca la tentadora posibilidad de dar con el grupo de mando central y aniquilarlo. Todo estaba ya, años hace dentro de lo previsible para nosotros. En caso de que tengan éxito nada cambiará en lo fundamental, la sucesión de mandos y la omnipresencia de los Comités Clandestinos Revolucionarios Indígenas acabarán por levantarse de golpe cualquiera, por espectacular y contundente que parezca. Bien, por fin he tenido oportunidad de unas horas para leer algunas publicaciones que alguien tuvo a bien enviarme (la llegada de voceadores o suscripciones a las montañas del sureste es tan improbable como un asiento vacío en el metro capitalino en horas pico). Por acá me doy cuenta de la angustia que provocan los pasamontañas y las "oscuras" intenciones de la "dirigencia" zapatista. He abusado, concientemente, de ustedes al tomarlos como interlocutores. Sin embargo creo que a todos ha servido esta correspondencia inoportuna y retrasada. Ahora el horizonte se empieza a oscurecer y cada línea puede ser la última. Así que, reiterando el abuso, aprovecho ésta para tocar algunos puntos aunque sólo queden señalados. Gracias si los leen, muchas más si los publican. Por acá pintan mal los tiempos y pueden ser los últimos.
Tengo el honor de tener como mis superiores a los mejores hombres y mujeres de las etnias tzeltal, tzotzil, chol, tojolabal, mam y zoque. Con ellos he vivido por más de 10 años y me enorgullece obedecerlos y servirlos con mis armas y mi alma. Me han enseñado más de lo que ahora enseñan al país y al mundo entero. Ellos son mis comandantes y los seguiré por las rutas que elijan. Ellos son la dirección colectiva y democrática del EZLN, su aceptación al diálogo es verdadera como verdadero su corazón de lucha y verdadera su desconfianza a ser engañados de nuevo.
El EZLN no tiene ni el deseo ni la capacidad de aglutinar en torno a su proyecto y su camino a los mexicanos todos. Pero tiene la capacidad y el deseo de sumar su fuerza a la fuerza nacional que anime a nuestro país por el camino de justicia, democracia y libertad que nosotros queremos.
Si tenemos que escoger entre caminos, siempre escogeremos el de la dignidad. Si encontramos una paz digna, seguiremos el camino de la paz digna. Si encontramos la guerra digna, empuñaremos nuestras armas para encontrarla. Si encontramos una vida digna seguiremos viviendo. Si, por el contrario, la dignidad significa muerte entonces iremos, sin dudarlo, a encontrarla.
Lo que el EZLN busca para los indígenas en Chiapas lo debe buscar toda organización honesta en todo el país para todos los mexicanos. Lo que el EZLN busca con las armas lo debe buscar toda organización honesta con diferentes formas de lucha.
No tomaremos al país como rehén. No queremos ni podemos imponerle a la sociedad civil mexicana nuestra idea por la fuerza de nuestras armas, como sí hace el actual gobierno que impone con la fuerza de sus armas su proyecto de país. No impediremos el proceso electoral venidero.
Cuando una fuerza político-militar (como la del gobierno federal mexicano) pide a otra fuerza político-militar (como la del EZLN) que entregue sus armas eso significa, en términos políticos y militares, que se pide una rendición incondicional. A cambio de esa rendición incondicional, el gobierno federal ofrece lo de siempre: un ajuste de cuentas interno, un paquete de declaraciones, promesas y más dependencias burocráticas.
En concreto, el pedido de "deponer las armas" es el que más suspicacias provoca. La lección histórica nacional y latinoamericana es que quien entrega sus armas confiando en el "olvido" de quien lo persigue termina sus días acribillado en cualquier lugar por las armas de cualquier escuadrón de la muerte de cualquier fracción política o gobernante. ¿Por qué habríamos de pensar nosotros que no ocurrirá así aquí en nuestro país?
Nosotros pensamos que el cambio revolucionario en México no será producto de la acción en un sólo sentido. Es decir, no será, en sentido estricto, una revolución armada o una revolución pacífica. Será, primordialmente, una revolución que resulte de la lucha en variados frentes sociales, con muchos métodos, bajo diferentes formas sociales, con grados diversos de compromiso y participación. Y su resultado será, no el de un partido, organización o alianza de organizaciones triunfante con su propuesta social específica, sino una suerte de espacio democrático de resolución de la confrontación entre diversas propuestas políticas. Este espacio democrático de resolución tendrá tres premisas fundamentales que son inseparables, ya, históricamente: la democracia para decidir la propuesta social dominante, la libertad para suscribir una u otra propuesta y la justicia a la que todas las propuestas deberán ceñirse. El cambio revolucionario en México no seguirá un calendario estricto, podrá ser una huracán que estalla después de tiempo de acumulación, o una serie de batallas sociales que, paulatinamente, vayan derrotando las fuerzas que se le contraponen. El cambio revolucionario en México no será bajo una dirección única con una sola agrupación homogénea y un caudillo que la guíe, sino una pluralidad con dominantes que cambian pero giran sobre un punto común: el tríptico de democracia, libertad y justicia sobre el que será el nuevo México o no será.
La paz social sólo será si es justa y digna para todos.
El proceso de diálogo para la paz viene de una determinante fundamental, no de la voluntad política del gobierno federal, no de nuestra supuesta fuerza político-militar (que para la mayoría sigue siendo un misterio), sino de la acción firme de lo que llaman la sociedad civil mexicana. De esta misma acción de la sociedad civil mexicana, y no de la voluntad del gobierno o de la fuerza de nuestros fusiles, saldrá la posibilidad real de un cambio democrático en México.
Epílogo.- "De pasamontañas y otras máscaras"
¿A qué tanto escándalo por el pasamontañas? ¿No es la cultura política mexicana una "cultura de tapados"? Pero, en bien de frenar la creciente angustia de algunos que temen (o desean) que algún "kamarrada" o "boggie el aceitoso" sea el que termine por aparecer tras el pasamontañas y la "nariz pronunciada" (como dice La Jornada) del "sup" (como dicen los compañeros), propongo lo siguiente: yo estoy dispuesto a quitarme el pasamontañas si la sociedad mexicana se quita la máscara que ansias con vocación extranjera le han colocado años ha. ¿Qué pasará? Lo previsible: la sociedad civil mexicana (excluyendo a los zapatistas porque ellos lo conocen perfectamente en imagen, pensamiento, palabra y obra) se dará cuenta, no sin desilusión, que el "sup-Marcos" no es extranjero y que no es tan guapo como lo promovía la "media filiación" de la PGR. Pero no sólo eso, al quitarse su propia máscara, la sociedad civil mexicana se dará cuenta, con un impacto mayor, que la imagen que le habían vendido de sí misma es falsa y la realidad es bastante más aterradora de lo que suponía. Uno y otra mostraríamos la cara, pero la gran diferencia estará en que el "sup Marcos" siempre supo cómo era su cara realmente, y la sociedad civil apenas despertará del largo y perezoso sueño que la "modernidad" le impuso a costa de todo y de todos. El "sup Marcos" está listo a quitarse el pasamontañas, ¿está la sociedad civil mexicana lista a quitarse su máscara? No se pierda el próximo episodio de esta historia de máscaras y rostros que se afirman y niegan (si los aviones, helicópteros y máscaras verde olivo lo permiten).
Es todo... pero falta mucho. Bueno, este puede ser el final de un muy corto intercambio epistolar entre un pasamontañas de nariz pronunciada y algo de lo mejor de la prensa honesta de México.
Salud y ya no un abrazo porque puede despertar celos y suspicacias.
Subcomandante Insurgente Marcos.
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