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Mostrando entradas de diciembre, 2014

Manifiesto Tartufo

para Kristian, por su doble cara y justas traiciones. Toda ideología seria necesita un manifiesto, pilares donde sustentar las respuestas de los ávidos preguntones que no se conforman con tan solo creer. Esta no será la excepción. Al principio no supe como llamarla, puesto que estaba seguro que en el español debía de existir un término que la describiera de la manera más correcta y precisa. Eso de andar inventando definiciones no es correcto ni está destinado a los que apenas balbuceamos una lengua. Antes que prosigamos, lector, tengo que advertirlo que debería hacer una pausa en este momento y buscar un diccionario que pueda ayudarlo a conocer el correcto significado de lo que quiero decir. Tartufería es el arte de decir una cosa, pensar otra y hacer totalmente lo contrario. Hay reglas que rigen a un auténtico Tartufo, sin ellas, sería caótico y poco serio el formar parte de este tratado. Las convenciones internacionales que se han hecho al respecto, difieren en las ca...

Carta a Pablo Bello

Q uerido Pablo, espero que te encuentres mejor cada día. Yo sé que es difícil, mucho, el haberte dejado inconcluso y en medio de indefiniciones que pondrían en peligro cualquier sanidad mental. No es un pretexto, como los otros que te he dado, y que algunos fueron medias verdades, el trabajo y la situación del país me tienen ocupado. Al amanecer me tiendo a leer en el sofá las primeras notas del periódico, ya no en papel como se hacía antes, sino en un smartphone que nunca te conté que adquirí. Luego me baño y sin desayunar me aventuro hasta las oficinas, que para acabarla de chingar son de gobierno. El trabajo me absorbe, desde hace un año trabajo con canallas que me miran como el ganadero a sus reses, no saben nada de los conceptos de tiempo y calidad de vida para “el otro”, mucho menos, conocen de razones andando en la cobradera. Ya me confundí con la canción, pero lo importante es que tú me entiendas. Algunas veces, cuando la noche me invita a no cerrar los ojos, enciendo mi comp...

La soledad de las teclas nocturnas.

Las páginas en blanco no son solo el terror de los escritores, también lo son para aquellos que sueñan un día serlo. Es un tanto erótico el asunto, porque las teclas son acariciadas con ternura y con algo de rencor, tal y como se acaricia al amante que no se ama pero que se disfruta.  Los ruidos de la noche atestiguan cada teclazo, lo invitan a formar parte de algunos oídos que sin comprender muy bien qué son esos taz taz, se acostumbran rápido a ellos. A su existencia inexplicada. Es la soledad de las teclas nocturnas, en vilo, las que le dan un sentido a mi vida, las que impiden resignarme a comunicarme únicamente con máquinas o que seres vivos de escasa inteligencia. Me describen a cada letra que pobla la pantalla, yerma aún del genio que toda obra anuncia. En fin, es pasada la media noche y las letras de extraños me esperan.