Manifiesto Tartufo
para
Kristian, por su doble cara y justas traiciones.
Toda
ideología seria necesita un manifiesto, pilares donde sustentar las
respuestas de los ávidos preguntones que no se conforman con tan
solo creer. Esta no será la excepción. Al principio no supe como
llamarla, puesto que estaba seguro que en el español debía de
existir un término que la describiera de la manera más correcta y
precisa. Eso de andar inventando definiciones no es correcto ni está
destinado a los que apenas balbuceamos una lengua. Antes que
prosigamos, lector, tengo que advertirlo que debería hacer una pausa
en este momento y buscar un diccionario que pueda ayudarlo a conocer
el correcto significado de lo que quiero decir.
Tartufería
es el arte de decir una cosa, pensar otra y hacer totalmente lo
contrario. Hay reglas que rigen a un auténtico Tartufo, sin ellas,
sería caótico y poco serio el formar parte de este tratado. Las
convenciones internacionales que se han hecho al respecto, difieren
en las características que deben primar para ser un “tartufo de
verdad” (como los llaman los puristas), mientras que otras
corrientes suguieren que la tartufería es temporal e inconstante.
Sabrá Dios quiénes tengan la razón.
#1
Misantropía.
Es una característica vital para todo aquel que quiera sumarse
a este movimiento, no debe tolerar a los pendejos ni a los
intelectuales, todos, y
sin excepción, deberán parecerle aborrecibles o candidatos a las
mayores insultos que su léxico sea capaz de pronunciar. No existe un
sólo ser humano (salvo
su mamá, apreciado
lector),
que sea necesario visitar o entablar una plática de más de dos
minutos sin
que provoque nauseas su ser.
#2
Socarronería. Esta máxima es equiparable a cualquiera de los
mandamientos, no se permite, bajo ninguna circunstancia, dejar de
hacer mella con los errores de los demás; nunca con los propios. Si
te ves en la situación incómoda de compartir el aire, la banca, o
el lugar de estacionamiento, con un sujeto que sin ninguna precaución
escupe tremenda estupidez, tu deber tartufero es hacer una burla que
se clave en el autoestima del incauto, lo lastime, y de ser posible,
lo envía a cama por algunas semanas. No caben remordimientos ni
confusiones, el deber para con la causa y con uno mismo lo es todo.
#3
Cinismo. Indispensable para salir a la calle. No lo debe de
olvidar, es más sagrado que el santo patrono de provincia. Debe ser
graciosa y por completo creíble la artimaña de la que se valdrá.
Si es, usted lector, de esos a los que las mentiras le pesan, le
ofresco un nuevo enfoque, una nueva forma de caminar por el sendero
de la mentira y la confusión. Las distorsiones a la realidad no
necesariamente son consideradas como mentiras, es más, puede ser un
perfecto candidato a escritor o guionista, es, para que me entienda,
como hacer ficción; y la ficción es socialmente aceptada,
inclusive, si me apresura, es sexy en un hombre que sabe moldearla
como si fuera una escultura. Sólo que debe saber que hay dos clases
de ficción: la buena y la mala, así como la literatura y las
mujeres, por citar un ejemplo. Lo último que se quiere hacer es
pensar en las otras personas, la empatía y la moral, aquí no tienen
cabida, solo son recursos ocupados innecesariamente que se borrarán
a la misma velocidad que la materia orgánica en un descampado a
medio día.
#4
Lenguaje vulgar.
Relacionado con el primer punto, es necesario que todo aquel que se
haga pasar por tartufo, tenga un acercamiento real a las letras, a
los autores más selectos de la lengua española, inglesa, alemana,
bielorrusa, rumana y tártara. ¿Si no es leyendo de qué otra forma
puede, lector, concentrar, estructura y agrupar las vulgaridades que
menester saber? Baudelaire, Poe, Bolaño son autores de cabecera que
sí no lee, puedes ser considerado como reaccionario, y
eventualmente, expulsado con la mayor pena del movimiento. Ya le
advertí, pero todo lo dejo bajo su cuidada responsabilidad.
#5
Bulos. Como parte fundamental de los derechos de los niños,
proclamado en por la UNICEF, la diversión es un derecho elemental de
los seres humanos, ergo, de los tartufos. El bulo es, por excelencia,
una forma de obtención de diversión a bajo costo, porque el precio
lo pagan los demás, ahí estriba su viabilidad. ¿Quién dijo que la
vida sin sufrimiento es vida? El tartufo es un equilibrista de las
fuerzas del universo, quien tiene la responsabilidad moral de no
permitir que el sufrimiento se extinga del corazón de las personas,
las prepara para sufrimientos mayores sin cobrar un solo centavo.
#6
Improvisación. Este punto es realmente difícil, porque es una
sintetización de la inteligencia que va sobre reloj. Dependiendo de
la tardanza de la respuesta, y por supuesto, lo bien elaborada que
resulte, será en la misma medida creíble. Si usted, lector, le
parece un poco complicado por la brevedad de sus palabras y lo
lacónicas que resultan, no se preocupe, aún puede ser católico e
igualmente feliz.
#7
Moral. Nulo.
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